¿Qué ocurriría si un ciudadano romano (Civis romanus) del siglo II d.C viajara a la Hispania romanizada del siglo XXI?
Tendría algunos problemas para entenderse con los hispanos del s. XXI; pero no cabe duda de que si le pidiéramos hacer algo ex profeso , esperar sine die o disculpar un lapsus linguae ; sabría stricto sensu a que nos referimos. Muchas expresiones latinas han quedado intactas en el castellano actual procede del latin.
Constataría que el calendario ( kalendas , el primer día del mes ) 2007 sigue teniendo 365 días. Los mismos que instauró Julio Cesar en el año 46 a.C. E incluso identificará los días señalados en rojo como los festivos anuales que también fijó el emperador romano.
Vería puestos de comida preparada para llevar. Ya en Roma era normal comprar la comida preparada y caliente en los thermopolia , los puestos destinados a ello.
Identificaría al cuerpo de bomberos ( vigiles ). Éste fue creado por Augusto en el año 6 d.C. dada la plaga de incendios que hubo en la época por la alta densidad de población y el tipo de materiales de las casas.
Y también los colegios profesionales como los de médicos y abogados. En el mundo laboral romano se impuso la especialización y los trabajadores tenían sus asociaciones profesionales ( collegia ), tal y como ocurre hoy en día.
Se daría cuenta de que el Derecho que se utiliza en la Hispania del año 2007 sigue basándose en el código civil elaborado allá por el año V a.C. Constataría que la espina dorsal de la justicia sigue intacta con el uso del habeas corpus al que todo detenido tiene derecho y el in dubio pro reo , la presunción de inocencia que se aplica a todo acusado.
Y de que los que van a ser elegidos siguen siendo candidatos. En Roma, durante el periodo electoral, los que se presentaban para ser elegidos para un cargo público vestían una toga cándida (completamente blanca).
En un bar, en una taberna (tienda de aquel entonces) escucharía a unos hombres hablar de negocios. El tema del patricio romano era el de Otis cum dignitate , es decir, el ocio con dignidad, todo lo contrario de negotium . Por mucho que el business haya sido entronizado actualmente como el centro de nuestras vidas.
De la conversación deduciría que los trabajadores, por mucho negocio que hagan, siguen dependiendo de un salario. En tiempos del Imperio la importancia de la sal (capital para conservar los alimentos) era tal que se pagaba a los trabajadores con este producto, de ahí el origen del término salario.
Oiría comentar que la construcción (teniendo como base el hormigón y el ladrillo) es la inversión más rentable. El opus caementicium hecho con piedras (caementa) unidas con argamasa fue la base para construir los grandes edificios. Hoy revestimos éstos con unos bloques o placas, los lateres más conocidos como ladrillos.
Los romanos tenían talleres para elaborar piezas de construcción, que salían prácticamente acabadas. Así, los edificios podían viajar desmontados y casi terminados para ensamblarlos al llegar a su destino. Eran los inicios de la arquitectura prefabricada.
Tampoco se le escaparía la importancia que para nuestro mundo tienen las obras civiles (vías terrestres, embalses, puentes) y sus creadores, los ingenieros. La importancia del hacedor de puentes ( pontifex ) era tal que los emperadores ejercían el cargo pontifex maximus , calificativo que continúa ostentando hoy el Papa.
Algunas estructuras creadas hace 2000 años han resultado útiles hasta finales del siglo XX. El puente romano de Mérida formaba parte del trazado de la carretera nacional V a Portugal hasta hace muy pocos años. Del mismo modo, embalse y acueductos continúan ejerciendo su función almacenando y transportando agua.
Descubriría que la sociedad sigue entreteniéndose con divertimentos como lo fueron en su momento el circo o las carreras de carros. Basta cambiar circo por fútbol y carreras de carros por Formula 1 para darse cuenta de que el concepto de espectáculo de masa no es, tampoco, un invento nuevo.
Se divertiría comprobando el presupuesto y la publicidad que siguen necesitando los espectáculos para mantener llenos los lugares donde se celebran. Al igual que en Roma donde para mantener lleno el Coliseo se hacía una amplia publicidad a base de carteles pintados sobre las paredes de espacios públicos.
Además de los juegos públicos los romanos utilizaban dados, fichas y tabas en sus ratos de ocio privado. Las muñecas, las pelotas y los aros que utilizaban los niños para distraerse siguen teniendo el mismo éxito a día de hoy.
Comprobaría, divertido, como la actual moda de acudir a un spa ( sanus per aquam ) sólo sea versión actualizada de los baños romanos.
Se percataría de que la costumbre romanada de enterrar a las afueras de las ciudades sigue siendo un sano hábito del mundo moderno.
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